Todas las plantas, los animales y las personas tienen su propio olor inconfundible, aun cuando a veces sólo puedan percibirlo y diferenciarlo quienes poseen un olfato muy refinado. En el olor se manifiesta su personalidad, su peculiaridad especifica, y también su estado de salud o de enfermedad. Los olores agradables siempre se han asociado con el bienestar, con la armonía y la alegría de vivir. Un bebé sano recién nacido irradia un sutil aroma maravillosamente dulce que recuerda al melocotón maduro.
Algo similar puede constatarse en las personas que han purificado completamente su cuerpo por el ayuno repetido, la alimentación sana y la meditación.
En cuanto nos llega a la nariz cualquier olor agradable, de forma automática inspiramos más profundamente, inundamos nuestros pulmones de ese aire vivificador preñado de aromas, y nos sentimos estimulados y activados. Por el contrario, ante un olor desagradable contenemos involuntariamente el aliento; sentimos que al respirar introducimos en nosotros algo enfermo, desagradable, algo que no favorece la vida en nosotros. Pero el hecho de que percibamos algo como agradable o como desagradable depende tanto de nuestra evolución como de nuestra forma de vida. Por ejemplo, un fumador podrá oler con agrado el «aroma» de su cigarrillo, aun cuando sea probadamente perjudicial para la salud.
En otros tiempos, los lugares sagrados, los reyes, jerarcas y sacerdotes estaban siempre rodeados de aromas y fragancias. Los sahumerios, con mucho la forma más temprana de aromaterapia, se utilizaban, por ejemplo, para mantener alejada la peste y otras enfermedades.
Las fragancias aromáticas se utilizaban para expulsar los malos espíritus, para invocar a los dioses y para que el hombre entrara en consonancia con las esferas celestiales. Griegos, egipcios, babilonios, indios y chinos, por nombrar sólo unos pocos pueblos, utilizaron las esencias aromáticas para corregir el desequilibrio en el hombre y para armonizar las energías, para curar y prevenir enfermedades, para purificar y depurar, para estimular y relajar.
¡Cuántos métodos curativos naturales que proceden de la medicina natural descubrirá aún la Aromaterapia de nuestro tiempo!
Los Aceites Esenciales de las plantas, cada uno con su propio mensaje, aguardan a poder servir al hombre con sus colores, sus sustancias activas y sus aromas, contribuyendo así a aportar a los tiempos futuros más armonía, salud, alegría de vivir y una conciencia mayor. Dado que las plantas hunden sus raíces en la tierra y dirigen sus hojas y flores hacia la luz, reciben el alimento de las energías del cielo y de la tierra, haciendo surgir de ellas belleza, color y aroma, y transmitiendo todo ello a los hombres. En sus esencias aromáticas, las plantas conservan su sustancia más íntima en estado de pureza intacta, para dejarla fluir generosamente en un momento dado. Su fragante alma se une con nuestras fuerzas espirituales y desencadena en nosotros procesos de transformación.
Quizás ya hayas experimentado alguna vez cómo se transforma la atmósfera de una estancia cuando se propaga por ella el aroma de una lámpara aromática… En ese «clima» modificado nos sentimos más ligeros y sueltos… Nuestro espíritu se hace más claro y nuestra capacidad de percepción más transparente. Es como si la sutil, ligera y etérea sustancia de nuestra alma recordara que también ella tiene alas, que la gravidez y la oscuridad de los problemas agobiantes no pertenece a su auténtico ser, que es libre y puede elevarse por encima de los limites del espacio y del tiempo. De esta forma, bajo el influjo de los Aceites Esenciales podemos dejar realmente atrás los sucesos, o bien verlos de forma más objetiva y, por tanto, en su auténtica perspectiva. El ligero y transparente sentimiento de alegría puede hacer su entrada en nosotros… Nuestra percepción se abre a dimensiones inhabituales de vivencias más sutiles y de percepción ampliada del tiempo.
Las investigaciones más recientes indican que, mediante los olores, se desencadenan las impresiones sensoriales más fuertes, y que los Aceites Esenciales influyen directamente sobre nuestra actitud psíquica.
El sentido del olfato es la función sensorial que más intensamente está ligada a las informaciones almacenadas en nuestro subconsciente. Seguro que conoces el fenómeno siguiente: que cuando encontramos un olor que nos acompañó durante una vivencia pasada vuelven a emerger recuerdos largo tiempo olvidados, reviviéndose ante nosotros imágenes sentimientos y estados de ánimo de un instante pasado.
En general, las experiencias que recordamos de esta manera son experiencias hermosas. De modo que estas sustancias volátiles actúan sobre un plano profundo y fundamental de nuestro ser, en un ámbito situado más allá de nuestros bloqueos y de las vivencias procesadas, en un lugar del alma donde estamos muy cerca del ser puro, como en los momentos de alegría inmediata por la existencia que recuperamos con el recuerdo a través del medio de los aromas.
Los Aceites Esenciales tienen la facultad de llevarnos a esos planos del bienestar y de disolver los bloqueos que nos obstaculizan el camino.
Las fuerzas anímicas, etéricas y no materiales de las plantas afectan al cuerpo energético no material del hombre, en el que también se asientan los chakras, y despliegan en él su efecto curativo y armonizador.
Como es natural, para la Aromaterapia aplicada a los chakras deberás utilizar sólo esencias naturales.
Todos los aromas fabricados artificialmente carecen de la fuerza activadora de las plantas, al igual que carecen de la compleja e intrincada variedad de sustancias activas que sólo pueden originarse en el jardín de la Madre Naturaleza.
Este mundo de la fuerza natural de los aromas está vedado a los consumidores de perfumes sintéticos modernos.
Como las esencias son sustancias orgánicas naturales, su efecto está en consonancia con las necesidades del cuerpo y del alma. Con frecuencia tienen un efecto normalizador, es decir, poseen la tendencia a proporcionar un estado general sano y armónico.
Ante todo, las sustancias aromáticas deben olerse aisladas solo así pueden desplegar de forma óptima sus efectos. Sin embargo, es evidente que las moléculas aromáticas que inspiramos no las transportan sin compañía.
Además, emiten vibraciones que también ejercen un efecto sin el medio intermediario que es la nariz. Por ejemplo, se ha observado cómo una hembra de pavo real atraía a docenas de animales machos desde kilómetros de distancia, aun cuando volaran en contra del viento y el olor no pudiera alcanzarlos. Este fenómeno de las vibraciones puede explicar, entre otras cosas, por qué las sustancias aromáticas también ejercen su efecto a través de la piel.
En la activación de los chakras con Aceites Esenciales se aplican ambas formas de transmisión. Utiliza un Aceite Esencial diferente para cada chakra.
La Aromaterapia es particularmente idónea para unirla con la visualización cromática y con las otras terapias naturales…
La respiración sirve como intermediario en el intercambio energético entre las esencias y los chakras, y al respirar las esencias introduces dentro de ti las vibraciones de los Aceites Esenciales.
Después, deja que los aromas te embriaguen, te eleven y te transporten a nuevas esferas vivenciales.
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